Poema de Marilina Rébora
Quisiera estar de acuerdo con la ley de la vida
tal vez, la de la selva, al instinto fiada,
según la cual se vive de acuerdo a la comida:
la bestia menos fuerte ha de ser devorada.
Y quisiera también aceptar la partida
ya que sin consentirlo nos viene la llegada,
sufrir, sin execrar al que odia u olvida,
como al rico que abruma a quien no tiene nada.
Y tan profunda siento la triste disidencia
que rechazo reacia tan duras condiciones:
mas vivir no es posible opuesta a la existencia,
las manos temblorosas apretando las sienes,
pese al compás armónico de nuestros corazones
y al amor que te tengo y que también me tienes.
Vídeo: Dicen que no hablan las plantas...
Si te sientes desgraciado, es una buena oportunidad de poner a prueba tu fortaleza.
La ley de la selva es la competencia fría y egoísta,
donde se busca resultados, sin importar a quien se perjudique para lograrlo. La ley de la vida es tan
diferente, escrita con trazos de amor y sacrificio, padres a
hijos, generando una cadena de cuidados y cariño sincero.
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