La duda

Poema de Gaspar Núñez de Arce




Desde esta soledad en donde vivo,
y en la cual de los hombres olvidado
ni cartas ni periódicos recibo;
donde reposo en apacible calma,
lejos, lejos del mundo que ha gastado
con la del cuerpo la salud del alma;
antes de que el torrente desbordado
de la ambición con ímpetu violento
me arrebate otra vez; desde la orilla
donde yace encallada mi barquilla,
libre ya de las ondas y del viento,
como recuerdo de amistad te escribo.

(…)

¡Cuántas noches de horror, conmigo a solas,
ha sacudido con su soplo ardiente
los tristes pensamientos de mi mente
como sacude el huracán las olas!
¡Cuántas, ay, revolcándome en el lecho
he golpeado con furor mi frente,
he desgarrado sin piedad mi pecho,
y entre visiones lúgubres y extrañas,
su diente de reptil, áspero y frío,
he sentido clavarse en mis entrañas!

¡Noches de soledad, noches de hastío
en que, lleno de angustia y sobresalto,
se agitaba mi ser en el vacío
de fe, de luz y de esperanza falto!
¿Y quién mantiene viva la esperanza
si donde quiera que la vista alcanza
ve escombros nada más? Por entre ruinas
la humanidad desorientada avanza;
hechos, leyes, costumbres y doctrinas
como edificio envejecido y roto
desplomándose van; sordo y profundo
no sé qué irresistible terremoto
moral, conmueve en su cimiento el mundo.

 (…)

Mas ¿dónde iremos ya? Torpes y obscuros
planes hallaron en el claustro abrigo,
y Dios airado desató el castigo
y con el rayo derribó sus muros.
¿Dónde posar la fatigada frente?
¿Dónde volver los afligidos ojos,
cuando ha dejado el corazón creyente
prendidos en los ásperos abrojos
su fe piadosa y su interés mundano?
¿Dónde?
¡En ti, soledad! Yo te bendigo,
porque al náufrago, al triste, al pobre grano
de desligada arena das abrigo.

 
             Vídeo/poema: Como sombra ignorada





 Si quieres cambiar el mundo, comienza por tender tu cama. 

 Nadie inteligente puede estar contento por el camino que eligió la humanidad. La sed de poder es la perdición del ser humano. Aplasta como hormigas sociedades enteras y sueños individuales. Nos queda aislarnos en nuestros pensamientos de  la noche, donde el espíritu se eleva y  nos da la impresión de  que alguien nos escucha detrás de ese manto negro que nos envuelve,  nos conecta a una sabiduría ancestral, que solo con el silencio de la noche la podemos hallar.

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