Poema de Marilina Rébora
Tengo miedo, señor, pero no de la noche,
tampoco de la sombra, menos de la tiniebla;
Es miedo de
la aurora refulgente derroche
como miedo
del mundo, cuando el mundo se puebla.
Tengo miedo,
señor, no por valerme sola
ni por
triste aislamiento o apartado retiro,
tengo miedo
a la gente, a la imponente ola,
el vaivén de
los seres en asfixiante giro.
Tengo miedo,
señor, de enfrentarme a la vida
con tantas
exigencias, compromisos, deberes;
de no
cumplir contigo, no ser agradecida,
dejándome
llevar de errados procederes.
Y temiendo
en el día naturales contiendas,
te ruego:
oye mi voz para que me defiendas.
Vivimos en la era del miedo
En la era actual, el miedo parece ser una constante en el discurso público, desde el temor a las pandemias, el cambio climático, hasta la inseguridad económica y la violencia. Los medios de comunicación, las redes sociales y las políticas de muchos gobiernos a menudo amplifican estos miedos, creando una atmósfera de ansiedad constante.
El miedo se ha convertido en una herramienta de control social y político. Se utiliza para justificar medidas de vigilancia, políticas restrictivas, y para movilizar a la población en torno a ciertos líderes o ideologías. Este uso del miedo puede deshumanizar, polarizar y dividir a la sociedad.
Reconocer que vivimos en la era del miedo debe llevarnos a una reflexión sobre cómo queremos vivir, qué valores queremos defender y cómo podemos actuar para no ser dominados por este sentimiento. La acción, basada en la conciencia y la compasión, puede transformar el miedo en movilización para un cambio positivo.
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