autor: Arnaldo Antunes
La lluvia desbordó los ríos.
La lluvia mojó los transeúntes.
La lluvia encharcó las plazas.
La lluvia oxidó las máquinas.
La lluvia enfureció las mareas.
La lluvia y su olor a tierra.
La lluvia con su cabellera.
La lluvia agujereó las piedras.
La lluvia inundó la favela.
La lluvia de cortaplumas.
La lluvia enjugó la sed.
La lluvia anocheció de tarde.
La lluvia y su brillo plateado.
La lluvia de rectas paralelas sobre la tierra curva.
La lluvia destrozó los paraguas.
La lluvia duró muchos días.
La lluvia apagó el incendio.
La lluvia cayó.
La lluvia se derramó.
La lluvia murmuró mi nombre.
La lluvia se unió con el parabrisas.
La lluvia encendió los faroles.
La lluvia tocó la sirena.
La lluvia con su crin iba.
La lluvia llenó la piscina.
La lluvia con las gotas gruesas.
La lluvia de aguacero negro.
La lluvia azotando las plantas.
La lluvia señora del fango.
La lluvia sin pena.
La lluvia apenas.
La lluvia combó los muebles.
La lluvia amarilleó los libros.
La lluvia corroyó las cercas.
La lluvia y su golpe seco.
La lluvia y su ruido de vidrio.
La lluvia hinchó el cieno.
La lluvia goteó por el techo.
La lluvia multiplicando insectos.
La lluvia sobre los tendederos.
La lluvia derribando rayos.
La lluvia acabó la luz.
La lluvia mojó los cigarros.
La lluvia meó en el tejado.
La lluvia regó lo cultivado.
La lluvia erizó los poros.
La lluvia hizo muchos pozos.
La lluvia secó al sol
La lluvia mojó los transeúntes.
La lluvia encharcó las plazas.
La lluvia oxidó las máquinas.
La lluvia enfureció las mareas.
La lluvia y su olor a tierra.
La lluvia con su cabellera.
La lluvia agujereó las piedras.
La lluvia inundó la favela.
La lluvia de cortaplumas.
La lluvia enjugó la sed.
La lluvia anocheció de tarde.
La lluvia y su brillo plateado.
La lluvia de rectas paralelas sobre la tierra curva.
La lluvia destrozó los paraguas.
La lluvia duró muchos días.
La lluvia apagó el incendio.
La lluvia cayó.
La lluvia se derramó.
La lluvia murmuró mi nombre.
La lluvia se unió con el parabrisas.
La lluvia encendió los faroles.
La lluvia tocó la sirena.
La lluvia con su crin iba.
La lluvia llenó la piscina.
La lluvia con las gotas gruesas.
La lluvia de aguacero negro.
La lluvia azotando las plantas.
La lluvia señora del fango.
La lluvia sin pena.
La lluvia apenas.
La lluvia combó los muebles.
La lluvia amarilleó los libros.
La lluvia corroyó las cercas.
La lluvia y su golpe seco.
La lluvia y su ruido de vidrio.
La lluvia hinchó el cieno.
La lluvia goteó por el techo.
La lluvia multiplicando insectos.
La lluvia sobre los tendederos.
La lluvia derribando rayos.
La lluvia acabó la luz.
La lluvia mojó los cigarros.
La lluvia meó en el tejado.
La lluvia regó lo cultivado.
La lluvia erizó los poros.
La lluvia hizo muchos pozos.
La lluvia secó al sol
Video/poema: La lluvia
♟ La lluvia suele acariciarnos ya que somos seres de agua
La lluvia tiene una naturaleza dual, capaz de evocar tanto alegría como melancolía. Por un lado, es un símbolo de renovación y vida. Cuando cae sobre la tierra seca, la transforma en un lienzo verde, revitalizando plantas y llenando ríos y lagos.
Por otro lado, la lluvia puede ser un espejo de nuestras emociones más profundas. Los días grises y lluviosos a menudo se asocian con introspección, tristeza o soledad. La lluvia puede reflejar el llanto del cielo, resonando con los momentos de dolor o pérdida en nuestras vidas. Sin embargo, también hay algo profundamente calmante y meditativo en el sonido de las gotas contra un tejado o el ritmo constante sobre un paraguas.
La lluvia nos invita a detenernos, a escuchar, a observar cómo cambia el mundo a nuestro alrededor, recordándonos que todo es mutable y que incluso en los momentos más oscuros, hay una promesa de claridad y luz.
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